En un contexto donde la distracción es común y la concentración limitada, es crucial que los profesores no solo impartan conocimientos, sino que también insten a los alumnos a razonar y aplicar la ley en situaciones reales.
Lorena Segovia, abogada y catedrática, subraya que la enseñanza del derecho no debe limitarse a la transmisión de información teórica. Según Segovia, el verdadero valor de un docente reside en su capacidad de llevar la ley a la práctica mediante clases dinámicas y reales. Esto no solo fomenta el pensamiento crítico, sino que también prepara a los estudiantes para ser profesionales competentes y éticos, incluso antes de ejercer en una especialidad.
Segovia recalca que los docentes deben ofrecer más que un mero resumen de libros de texto. «Lo que tenemos que marcar en el estudiante son los valores y los principios. Hoy los docentes estamos obligados a dar algo más, y ese algo más es razonar juntos, crear un pensamiento lógico jurídico», enfatiza. Esta estrategia pedagógica es clave para que los futuros abogados comprendan las diferentes ramas del derecho, aunque aún no tengan experiencia o práctica en el campo.
El contexto actual en el sistema de justicia resalta la importancia de esta formación. En nuestro medio, es evidente la problemática causada por profesionales con formación deficiente que no solo dificultan la administración de justicia, sino que también ponen en riesgo los derechos de terceros.
Los estudiantes de derecho necesitan una educación que los prepare para enfrentar estos desafíos de manera ética y eficaz.
La labor de un docente de derecho va más allá de impartir conocimientos teóricos. Se trata de formar profesionales con la capacidad de razonar lógicamente y actuar éticamente, cualidades indispensables en un sistema de justicia que enfrenta serios desafíos.
Según Segovia, esto solo se logra con compromiso, preparación y la voluntad de inculcar valores sólidos en los estudiantes, quienes serán los futuros defensores de la justicia y los derechos humanos.