La jueza Rosarito Montanía elevó a juicio oral y público el proceso penal abierto contra Miguel Insfrán alias Tío, acusado de liderar en Paraguay junto con Sebastián Marset un esquema de tráfico internacional de droga.
Tras la audiencia preliminar para el acusado, la magistrada elevó a la siguiente etapa de juicio oral el proceso respecto a Insfrán acusado por narcotráfico, lavado de dinero y asociación criminal.
Igualmente, la magistrada ordenó el cambio de reclusión del acusado quien será trasladado al penal de máxima seguridad de Minga Guasú, donde el recluso estará bajo un régimen especial de encierro. Insfrán, cumplía prisión desde que fue extraditado al país en el penal militar de Viñas Cue de donde será trasladado.
Según la acusación fiscal, por una parte, está el grupo criminal liderado principalmente por Sebastián Marset y, por la otra, el núcleo de Miguel Ángel Insfrán Galeano conformado por integrantes de su familia y gente de su confianza, y por último se encuentra la facción criminal extranjera, específicamente de Bolivia, la cual se encargó de proveer a las agrupaciones ilícitas unidas en Paraguay, la sustancia estupefaciente consistente en clorhidrato de cocaína.
“Para las remesas de cargas de cocaína, Sebastián Marset y Miguel Insfran contaron con la participación de varias personas físicas, también de distintas empresas con perfiles adecuados que no despierten la sospecha de riesgo por parte de la administración de Aduanas, dedicadas precisamente al comercio internacional, cuyos encargados, igualmente integrantes de la organización criminal” relata la acusación del agente fiscal Deny Yoon Pak.
Durante los allanamientos realizados como parte de la operación «A Ultranza Py», se descubrió una amplia variedad de vehículos, incluyendo aeronaves, automóviles de lujo y camiones de gran porte, todos ellos equipados con dobles fondos para el transporte de mercancía ilícita. Además, se encontraron depósitos de gran tamaño ubicados estratégicamente en el departamento Central, cerca de puertos.
Según un informe de inteligencia de la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD), el negocio de Insfrán experimentó un crecimiento significativo a partir de 2020. Estableció alianzas con diversas organizaciones criminales, entre ellas, la liderada por el uruguayo Sebastián Marset, quien tenía antecedentes por tráfico de estupefacientes en su país.
Según la fiscalía, Tío Rico utilizó empresas controladas por testaferros y miembros de su familia, así como negocios destinados al lavado de activos. El Centro Cristiano Mundial de Avivamiento fue utilizado para tal fin, colocando a su hermano, el Pastor evangélico José Alberto Insfrán, como figura de fachada. Además, la cooperativa San Cristóbal se convirtió en otra herramienta para realizar préstamos y descuentos de cheques a nombre de los miembros de su clan familiar.
La ruta del narcotráfico dirigida por Insfrán estaba cuidadosamente establecida. La cocaína provenía de Bolivia y era transportada en avionetas hasta la región de Alto Paraguay, en el Chaco. Posteriormente, la droga se movilizaba en camiones especialmente acondicionados hasta el Departamento de Presidente Hayes, para luego ser mezclada con cargas legales y finalmente sea enviada en contenedores a través de puertos con destino a Europa.